domingo, 2 de noviembre de 2014

El olvido que seremos

El olvido que seremos es el título de una novela testimonial del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. Publicado en el año 2006, ha sido uno de los libros más leídos en Colombia e Iberoamérica durante este siglo.



Historia

El título del libro está tomado del primer verso de un soneto inédito de Jorge Luis Borges: Ya somos el olvido que seremos. Este poema fue encontrado en el bolsillo de Héctor Abad Gómez, el padre del autor, el día de su asesinato. Por esta novela autobiográfica, Abad Faciolince ha recibido varios premios internacionales, entre ellos el WOLA-Duke en Derechos Humanos, en Estados Unidos, y ha sido traducido a varios idiomas.

Sinopsis

El médico Héctor Abad Gómez dedicó sus últimos años, hasta el mismo día en que cayó asesinado en pleno centro de Medellín, a la defensa de la igualdad social y los derechos humanos. El olvido que seremos es la reconstrucción amorosa y paciente de un personaje; está lleno de sonrisas y canta el placer de vivir, pero muestra también la tristeza y la rabia que provoca la muerte de un ser excepcional.

Conjurar la figura del padre es un reto que recorre consagradas páginas de la historia y de la literatura. ¿Quién no recuerda las obras de Kafka, Philip Roth, Martin Amis o V. S. Naipaul sobre su verdadero o cuestionado progenitor? Ahora será también difícil olvidar este libro desgarrador de Héctor Abad Faciolince escrito con valor y ternura.

Referencias
«Un libro tremendo y necesario, de un coraje y una honestidad arrasadores. Por momentos me he preguntado cómo ha tenido la valentía de escribirlo», JAVIER CERCAS.

«Un libro hermoso, auténtico y conmovedor», ROSA MONTERO.

«Lo que voy leyendo de Héctor Abad lo voy guardando como migas de pan muy esféricas, pulidas, luminosas, para cuando tenga que atravesar un gran bosque en la noche», MANUEL RIVAS.
Citas
  • “La felicidad está hecha de una sustancia tan liviana que fácilmente se disuelve en el recuerdo, y si regresa a la memoria lo hace con un sentimiento empalagoso que la contamina y que siempre he rechazado por inútil, por dulzón, y en últimas por dañino para vivir el presente: la nostalgia” (p. 128).
  • “La cronología de la infancia no esta hecha de líneas sino de sobresaltos” (p. 137).
  • “Casi siempre pasa igual: cuando la felicidad nos toca es cuando menos nos damos cuenta de que somos felices” (p. 145).

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